(Ucrania: Otra escala del shock neoliberal europeo)
La efímera revolución ucraniana que derrocó a Víctor
Yanukóvich hace más de una semana y que pronto fue copada por el bloque
derechista, tan ultranacionalista como católico, hoy negocia con la Unión
Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate económico por
sobre los quince mil millones de euros. Estados Unidos ya se ha apresurado a
poner mil millones. Si hace tres meses Yanukóvich firmaba su sentencia política
al no suscribir un acuerdo comercial que acercara Ucrania a Europa, ahora los representantes del EuroMaydan entre
bambalinas suscriben la capitulación social a través de los ajustes estructurales de la economía que
tendrán que llevar acabo. Esto se negocia lejos del foco informativo, porque
ahora la noticia está en la región de Crimea (60% de origen ruso) que ha sido
copada militarmente por el ejército ruso. La única certeza a estas alturas, es contemplar
que cuando aún no se apaga el humo de las barricadas en la plaza de la
Independencia, al aeropuerto de Kiev llegan los liquidadores sociales para implementar otra política de shock
económico neoliberal en Europa.
Los ucranios ni siquiera han podido celebrar
el efímero triunfo de su revuelta social que en el fondo quería derrocar a un
sistema injusto y corrupto que representaba Víctor Yanukóvich y su clase
política empresarial, que también incluye a Yulia Timoshenko, la gran ganadora
de estos días. Aún es pronto para aventurar acontecimientos pero hay elementos
para hacerse una idea de lo que viene porque el camino de Ucrania hace mucho
fue trazado por la lucha política-económica-militar de EE.UU-UE-OTAN frente a
la Rusia de Vladimir Putin y su histórica área de influencia, más aún, en este frágil
nuevo orden mundial en construcción. Y ahí entre medio, están los millones que
un día gritaron libertad y ahora lo único que recibirán serán grandes dosis de
liberalismo económico que quedarán tatuados en sus cuerpos.
Si bien asistimos a furiosos y masivos levantamientos
sociales en el mundo, no deja de llamar la atención que estos son neutralizados
prontamente por el reacomodo capitalista lo mismo en la llamada primavera árabe o en los países del sur
de Europa donde la indignación social ha sido domesticada por el sistema. En
Egipto la revolución social de la plaza Tahrir que derrocó la dictadura de Hosni
Mubarak ,auspiciada económica y militarmente por Washington y las potencias
europeas durante décadas, naufragó más temprano que tarde entre la injerencia internacional
y la arrogancia de Morsi y los Hermanos Musulmanes que habían llegado al poder
por la vía democrática y justo cuando cumplían un año fueron derrocados por un
golpe militar de la misma clase política-militar-empresarial que volvió a
retrotraer la historia a los tiempos de la represión política más sanguinaria,
en donde los muertos se mezclan con los miles de presos políticos tachados de
terroristas, muchos han sufrido torturas y otros no aparecen en ninguna lista
de detención; están desaparecidos. Hacer periodismo crítico en Egipto por estos
días te lleva a la muerte, la cárcel, la violación o en el mejor de los casos a
la expulsión del país. La próxima llegada al poder de Abdelfatah Al Sisi ya ha sido bautizada por la comunidad
internacional, en su defensa, exclaman que Egipto y la región necesitan
estabilidad, o lo que es lo mismo, mano dura y dólares frescos.
Peor suerte le ha tocado a Siria en donde lo
que comenzó como un levantamiento popular y pacífico de protesta en las calles,
pronto se transformó- producto de la represión del régimen- en un incipiente
levantamiento armado que en el primer año de combate lo componían los vecinos
del barrio y los cientos de soldados que desertaban de un ejército que ordenaba
bombardear sin contemplación a la población civil. Aquello derivó en una guerra
civil de carácter sectario en donde a estas alturas el régimen de Bachar El
Assad, el Ejército Libre de Siria, el Frente Al-Nusra, el Ejército Islámico de
Irak y el Levante (EIIL), ambos de la orbira de Al Qaeda, y Hezbolá… son sólo
una pieza más del ajedrez geopolítico mundial que libran lejos de sus fronteras
Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Israel, la Unión Europea, las Monarquías de
los petrodólares de Qatar y Arabia Saudí, …,mientras tanto, y después de tres
años y casi 200 mil muertos y más de cuatro millones de desplazados y
refugiados, se cuela por estos días la fotografía del campo de refugiados
palestinos de Yarmuk, cerca de Damasco, en donde miles de personas se agrupan
con sus rostros de hambre por un bocado que traen algunos camiones, tras romper
el cerco militar al que han estado sometido el último año y medio. Se calcula
que más de 300 mil civiles están atrapados en ciudades derruidas, sin alimentos
y continuamente bombardeados, a la espera de un corredor humanitario que nunca
llegará porque la llamada comunidad internacional no está para esos menesteres.
Europa
huele a fascismo
Aquella preocupación occidental- siempre arrogante
en el tema de los derechos humanos- duró apenas un par de minutos en los
telediarios españoles porque la noticia durante días fue la caída de Whatsapp y
el pánico social que provocó en millones de personas, encontrarse durante
cuatro horas, solo consigo mismas. Gracias a su mayoría absoluta el PP por aquellos días sacaba adelante su reforma Express
de la Justicia Universal –presionados por China- para que ningún juez español
de ahora en adelante se declare competente para investigar violaciones de los
derechos humanos que se cometan en territorio extranjero y están condenados a
la impunidad. A Pinochet le llegó tarde la medida, pero muchos otros que siguen
sus pasos se beneficiarán de aquello.
En seguida llegaron las imágenes de la Guardia
Civil española en la playa del Tarajal (Ceuta) reprimiendo con su material
antidisturbios; pelotas de goma, botes de humo, salvas de fogueo a un grupo de
inmigrantes subsaharianos que querían saltar la desigualdad de la frontera
norte-sur. Esta vez habían dejado atrás las vallas de seis metros y sus
cuchillas afiladas y lo intentaron por mar, arropados con un artesanal flotador
para bordear un espigón miserable, ahí, entre el pánico de las descargas y viendo
las luces de España palpitar en las farolas se ahogaron quince. Otra tragedia
evitable en el estrecho de la muerte, otra crónica deshumanizadora para la
hemeroteca de la Europa blindada esta vez en aguas españolas. Hace unos meses
fue en Lampedusa (Italia) donde dejaron que murieran ahogados 350, mañana puede
ser en cualquier parte del estrecho a medida que las rutas de la inmigración
clandestina se multiplican porque el hambre y las guerras- algunas abiertas
otras de baja intensidad- se mezclan con la desazón al contemplar como la
tierra, los recursos que genera esta y la riqueza mineral va perteneciendo ya
casi por completo a potencias extranjeras, o en su defecto, a corporaciones
financieras transnacionales que especulan lo mismo con el trigo, el arroz o la soja en los mercados a futuro de
alimentos. De ello vienen huyendo y en ello se les va la vida.
Hace unas semanas los suizos decidieron por
referéndum que no quieren más inmigrantes; ni europeos, ni del resto del mundo,
que cerrarán sus fronteras a la libre circulación de personas del tratado Schengen.
Eso sí, se han apresurado a decir que seguirán recibiendo con los brazos
abiertos los depósitos bancarios de cualquier representante del lumpen burgués del mundo globalizado gracias
a su secreto bancario. La libertad de movimiento en la región queda en
entredicho, quizás el logro más tangible de la UE también comience a
desmoronarse como sucedió con el euro y el estado de bienestar tras tanto shock
neoliberal aplicado por la Troika en estos años y los que aún vienen. En las
próximas elecciones al parlamento europeo (25 de mayo) la extrema derecha
rubricará su discurso xenófobo y nacionalista con contundencia en las urnas. Su
mayor triunfo es el de marcar la pauta en el discurso excluyente y la
construcción simbólica de un enemigo interno que en tiempos de crisis ya no es
necesario. A estas tesis se suman las formaciones políticas de derecha conservadora
o liberal que huyen del centro y también los socialdemócratas como en el caso
de François Hollande. Es muy probable que Marine Le pen, cabeza del
ultraderechista Frente Nacional (FN) francés sea la que descorche la primera
botella de Moët & chandon para
celebrar la consolidación de una Francia que hace mucho abandonó el camino de la
Igualdad, libertad y fraternidad. La ascensión de la ultraderecha europea no
sólo quedará reflejada en Francia con el probable 30% de votos al FN, sino que
el ascenso de los ultras nacionalistas euro escépticos y de carácter fascista que
avanzan lo mismo en Inglaterra, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca, Bulgaria,
Hungría, Rumania, Austria, Italia, Grecia, con su discurso del odio que en
estos tiempos de crisis económica e identitaria ganan adeptos en márgenes
sociales que en otro tiempo de la historia estuvieron escorados hacía la
izquierda. No corren buenos tiempos para los inmigrantes en Europa, tampoco
para los solicitantes de asilo político que vienen huyendo de guerras y
sentencias de muerte, como por ejemplo ser homosexual en Uganda, checheno en
Moscú o reportero de crónica roja en Michoacán.
Otra
vez Venezuela
El huracán informativo hace semanas que también
remite a Venezuela construyendo la sensación mediática de que está vez sí la
oposición está a punto de terminar con el proceso bolivariano, no en las urnas,
sino que en las calles a través de un golpe de estado civil sustentado en la
agudización de la violencia política. Ya van más de 18 muertos, cientos de
heridos y detenidos, los muertos son sobre todo opositores, también hay
oficialistas y otros que simplemente recibieron un balazo impune al azar o que
murió degollado en su motocicleta por un cable colocado en el camino que lo
llevaba de vuelta a casa después del trabajo. Hay un exceso de gatillo fácil
que siembra el pánico todos los días producto de la delincuencia enraizada que
ni el neoliberalismo en su momento, ni la llamada revolución bolivariana han
podido siquiera controlar. Y de ahí, que sea normal que la gente,
mayoritariamente capas medias y altas, se eche a la calle para protestar por esa
inseguridad, que castiga a todos por igual, que estén cansados del
desabastecimiento comercial y la especulación de los precios que encarecen la
vida. Sin embargo, no están dispuestos a sumir que en este tema mucho tiene que
decir el empresariado antichavista que a estas alturas da para mucho y ocupa
técnicas golpistas añejas que nos remiten a los tiempos de hacer parir la economía en busca de un quiebre de la institucionalidad
democrática.
Al cumplirse un año de la muerte de Hugo
Chávez, Venezuela no está a punto de explotar sino que arde otra vez producto
de la intransigencia opositora que desde hace años se acostumbró a desconocer
sus derrotas políticas. Y también, arde porque los errores que una y otra vez
viene cometiendo Nicolás Maduro en la conducción de un proceso social que
involucra mucho más que a Venezuela también se han vuelto costumbre. Como
conductor de autobús que fue, se podría decir que Maduro está llevando una
conducción errática; de verborrea violenta en cada cruce de caminos en que se
presenta la oposición de siempre acarreada por un ultra derechista con carácter
de mártir propagandístico que busca el caos y la solidaridad extranjera. Ayer
fue Enrique Capriles,hoy es Leopoldo López. Maduro no está en lo que tiene que
estar porque aún ha sido incapaz de desprenderse de la figura de Chávez, que
estuvo pero ya se fue, de ahí que con sus tesis de los pajaritos y llamar a
todos los opositores fascistas y no controlar el gatillo fácil de sus bases no
hace más que alimentar la fogata venezolana que en la última década ha estado
salpicada de golpes y contra golpes.
Son muchos los que en Venezuela, pero sobre
todo en el extranjero, esperan con ansias de que por fin triunfen las tesis de
los que quieren ver una Venezuela en donde la primera bandera que se ponga tras
el derrocamiento, sea la de la democracia totalitaria del libre mercado y de
ahí caiga como un dominó sobre Ecuador, Cuba, Bolivia y todo el resto del
continente. Hace unos días,Enrique Krauze, director
de la revista Letras Libres publicaba una columna de opinión en el diario El
País llamando la atención sobre lo solos que están los estudiantes venezolanos
en- según él- su lucha por recuperar la democracia y la libertad de expresión.
Y es verdad, cuesta encontrar alguna organización estudiantil latinoamericana
de renombre que los apoye o convoque marchas a su favor porque la lucha social
estudiantil de México a Chile está marcada por la recuperación de la vida ante un
neoliberalismo radical que se viene padeciendo desde hace décadas y el poder recuperar
una educación pública que entregue herramientas y no diplomas profesionales
condicionados por la cuna de nacimiento.
Hablando en plata, lo que viene sucediendo en
Venezuela es una ascensión de la lucha de clases en que unos quieren recuperar
sus privilegios y otros quieren seguir igualando sus expectativas sociales y ya
no están dispuestos a dar un paso atrás. Y en esta batalla también están
presentes los agentes del mundo libre y su reserva moral con sus tentáculos
financieros, periodísticos, diplomáticos que quieren ver correr más sangre en
la Venezuela que mayoritariamente ha elegido su camino con un ejército de
veedores internacionales tras las mayorías absolutas de Chávez o el ramplón 51% de Maduro, escaso, pero
válidamente democrático.