Este niño subsahariano de cuatro años y su mirada de horror, es el único sobreviviente infante de la larga y trágica travesía que terminó con nueve bebes muertos en brazos de sus madres, sus cuerpos han sido arrojados al cementerio del mediterráneo junto a otros seis adultos que tampoco han resistido, 33 lograron ser rescatados por guardacostas españoles a 27 millas de las costas de Almería. Un viaje que se había iniciado hace una semana desde las costas de Alhucemas en Marruecos, en un zodiac sobrecargado de sueños e impulsados por la desigualdad salvaje de la frontera norte-sur. Entre España y Marruecos la diferencia del PIB pér cápita es de 7,3 veces, esta es aún más abismante en el África subsahariana desde donde provienen la casi totalidad de los navegantes sin puerto del siglo XXI.
Aquello no era un gran cayuco africano colorido construido con madera de buena calidad que zarpaba de la costa mauritana sino que simplemente una zodiac de seis metros por dos, en donde, cuatro personas debían acomodarse en un metro cuadrado durante el eterno viaje. Y al tercer o cuarto día llegó la pesadilla de encontrarse a la deriva sin motor, sin agua para combatir la deshidratación, sin comida para sostener a la tripulación más frágil, sin nada y con el agua salada mezclándose con el combustible que quema la piel de los desesperados que ya ni siquiera creen en la alta tecnología, al comprobar como el GPS que les ha facilitado la red mafiosa que vende pasajes a la muerte hasta por 3000 euros, ha dejado de funcionar o sí lo hace, no ha sido bien programado siquiera para enviar una señal de emergencia. Viajes cada vez más largos y peligrosos para esquivar el Sistema de Vigilancia del Estrecho (SIVE) y el despliegue naval europeo en costas africanas.
El lunes pasado otros sobrevivientes llegaban a las costas granadinas después de volcar su embarcación por fuerte oleaje; 23 sobrevivientes y catorce muertos. De ellos sólo se quedarán en España el hombre que asistió a la muerte de su esposa, su hijo y su hermano y una mujer embarazada, a los demás les espera algún Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE)hasta lograr la expulsión a su país de origen. Ahora llegan las imágenes de una nueva tragedia en donde se muestran a decenas de cuerpos migrantes inmóviles que no son capaces siquiera de beber agua a su llegada a la isla de la Gomera en Canarias. El saldo final de esta última travesía; once muertos arrojados en el atlántico, cuatro a bordo y dos más que morirían más tarde en hospitales españoles.
Una semana que no sólo termina con la sangría de la nueva sabia africana en el fondo del mar, sino que con la comprobación empírica de saber que los poderosos del planeta han vuelto a pasar de la emergencia alimentaria africana golpeada también por el encarecimiento del petróleo, de los alimentos, de la vida en general. De la cumbre del G 8 no salió un nuevo euro real para el continente, porque las promesas económicas de la comunidad internacional están llenas de una contabilidad paralela en donde nunca llega lo que se prometió y si este llega no falta el corrupto local ( Robert Mugabe y tantos otros) que se la apropia para mantenerse en el poder. En la anterior cumbre se prometieron 50 mil millones, de los cuales quizás llegó el 10%, ahora vuelven a sacar la calculadora para marear a la prensa internacional y a algún otro representante decorativo de lo que se conoce como sociedad global.
Y los africanos ya están cansados de tanto colonialismo, neocolonialismo y paternalismo humanitario, no quieren más euros o dólares sino que la posibilidad de ganarse la vida con sus manos que ahora están encadenadas al neoliberalismo proteccionista que practican tanto Estados Unidos como la Unión Europea. Las subvenciones a los agricultores europeos y el alto coste de los aranceles para las importaciones impiden sistemáticamente que los africanos puedan entrar con sus productos siquiera en el falso paraíso del libre mercado. Las multinacionales están desperdigadas por todo el continente controlando la perforación, explotación y distribución de petróleo y una amplia gama de recursos naturales al igual que el sector de servicios.
El hambre está condicionada por la llamada comunidad internacional que siempre preferirá salvar a alguna institución financiera especulativa de la debacle bursátil, antes que alimentar a unas bocas que no tienen ningún futuro en este precario mundo desarrollado y su mezquina escala de valores.
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