diciembre 26, 2010
Los Misteriosos Desaparecedores
El Jefe Diego estuvo 220 días en manos de los autodenominados Misteriosos Desaparecedores. No era un secuestro más en el México convulso de estos últimos años; como aquel cotidiano que ocurre por algún callejón de vuelta a casa, o la levantada masiva y constante de inmigrantes centroamericanos que son ejecutados o desaparecen por las bandas del crimen organizado y la pasividad institucional, antes de siquiera visualizar el muro norteamericano. Llevarse en la noche del 14 de mayo al operador económico, legal, comunicacional y político de las entrañas del poder mexicano no podía ser obra de aficionados. Menos cuando comenzaron a llegar las primeras fotos y mensajes de corte revolucionario que se publicaban sin falta en los medios más rancios del periodismo mexicano.
Diego Fernández de Cevallos ha sido un factor clave de los últimos veinte años de la política mexicana desde su trinchera del PAN y sus estrechos y amplios vínculos con Salinas de Gortari, el PRI, el narco y la expansión neoliberal. De seguro que nunca se imaginó que un día le tocaría a él rendir cuentas por sus actos. Más de alguna vez en silencio rasguño el plato de comida calentita que le sirvieron sus captores, ¿habrá pensado alguna vez en los millones de pobres mexicanos y sus descendientes que estranguló para siempre con su Tratado de Libre Comercio?. La violencia no la viven ellos, si no los que tienen que sobrevivir equilibrando el mes y esquivando las balas de los que presuntamente están ahí para protegerlos. El Jefe Diego hasta esa noche vivía en el otro pequeño México burgués y acomodado, al alero de una colonia con seguridad privada o un rancho a toda hostia para abofetear al que nunca nació con un apellido y una conexión con vía directa al abismo del poder total.
Este 19 de diciembre saltó la noticia vía Televisa y su portal Milenio: Diego Fernández de Cevallos había sido liberado por los ex Misteriosos Desaparecedores, después de un rescate que se estima en torno a los 30 millones dólares que negoció una agencia británica. También se terminó de publicar el boletín Epílogo de una desaparición en la prensa. Doce folios encadenados en tres partes, escritas sin mesura ideológica, pero dejando muy atrás la clásica huella dialéctica izquierdista de viejo cuño. Digamos que es post 90, con una raigambre de ideas concebidas en el marco social de los movimientos antiglobalización de ahí no extraña que firmen como Red por la Transformación Global. Quizás la tesis de que se trata de un grupo político-militar escindido del EPR es la más certera, sin embargo, también es cierto que este secuestro reacomodó las piezas políticas de la derecha mexicana en su beneficio.
En fin, esperando noticias más certeras de los ex Desaparecedores nos quedamos con esta tercera parte del boletín.
A los medios de comunicación nacionales e internacionales.
El día de ayer, apelando a su profesionalismo, enviamos la parte primera del Boletín-Epílogo de una desaparición. Hoy de nueva cuenta informamos que Diego Fernández de Cevallos Ramos será liberado, por lo que volvemos a solicitar la publicación del Boletín-Epílogo.
Atte:
Los ex misteriosos desaparecedores.
Tercera de tres.
La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Artículo 39 constitucional
A estas horas
ay, amigos míos, artesanos,
pintores, astrónomos, marineros,
estamos despiertos. Es trabajo
nuestro el de arreglar algunas cosas.
Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su pasado oscuro lo alcanzó. Y, muy a su pesar, tuvo que responder de algunos de sus actos y verse en el espejo de nuestra mirada… espejo que al hacerlo prisionero reflejó su hechura de corrupto, prepotente y voraz expropiador, demostrando un hecho fundamental: siempre que como pueblo nos atrevamos a luchar contra la injusticia, no habrá felonía que quede impune.
Diego Fernández de Cevallos Ramos (DFCR) es uno de los políticos que mayor responsabilidad tienen en el sostenido proceso de hecatombe económica, política y social que la elite dominante ha impuesto y desplegado en nuestro país de 1982 a la fecha, por medio de un entramado mafioso que opera dentro y fuera de las instituciones estatales; este proceso depredador vino a profundizar, bajo la criminal bandera neoliberal, las de por sí deterioradas condiciones de vida de los hombres y mujeres que viven en México, generando la mayor contrarreforma y el mayor retroceso histórico en nuestro país en lo que a bienestar social se refiere.
DFCR es uno de los políticos que más se ha caracterizado por el abuso del poder, el tráfico de influencias y el enriquecimiento a costa del erario y de los bienes de la nación, legislando en pro de los grandes monopolios (financieros, de comunicaciones, alimentos, construcción, transportes, etc.) asesorando a las mafias del poder y litigando a favor de los grandes capos del narcotráfico. Es uno de los principales cómplices y operadores del fraudulento proceso electoral que se ha perpetrado sistemáticamente en nuestro país, desde el ocultamiento del fraude que impuso en 1988 a Carlos Salinas de Gortari en la presidencia mediante la quema de boletas electorales hasta la organización del fraude que en 2006 impuso a Felipe Calderón Hinojosa. Es uno de los principales encubridores de los responsables de la guerra sucia y contrainsurgente desplegada por el régimen priista y ahora por el PAN contra los movimientos sociales, armados o no, convirtiéndose en uno más de los cómplices de la existencia de incontables perseguidos, torturados, asesinados, presos y desaparecidos por motivos políticos. Es un responsable directo de la inserción subordinada de México al bloque de países capitaneados en nuestro continente por el imperialismo estadounidense y, en consecuencia, del desmantelamiento industrial, la ruina del campo, la masiva migración, de la pauperización de la vida en general y el saqueo de nuestros recursos.
En breve, Diego Fernández de Cevallos Ramos es un operador de la oligarquía neoliberal y de la ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias, un mercenario de los juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis y un defensor de los grandes capos de la droga. Por ello su aprehensión fue una actividad pensada y realizada como un acto de desagravio.
Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los “descalzonados”, como él nos denomina; una demostración de que nadie, por poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad.
Pocas veces se había percibido el miedo, la confusión y el enojo que una imagen puede generar en la poderosa elite gobernante, como lo hizo la primera foto del jefe Diego cautivo que empezó a circular en internet, y que los medios de comunicación se vieron obligados a difundir. En ella se le pudo observar no con la prepotencia ni el cinismo de los que ha hecho gala el trasnochado encomendero a lo largo de su vida personal y política, sino en la total indefensión, casi parecida a la que vivimos y a la que hemos sido sometidos la mayoría de mexicanos, sólo que con una notable diferencia: A Diego le fue respetada su integridad física sin el desprecio que por la vida humana demuestra el poder con Nosotros.
Con base en los resultados de este acto, consideramos necesario compartir la convicción de que si quienes somos pueblo logramos organizarnos en una sola voluntad política nacional, en una colosal fuerza social organizada, podremos hacer frente común a la injusticia y a la impunidad, a fin de derrotar a nuestros opresores y acordar la organización de una sociedad verdaderamente humanizada. Y pese a tener innumerables imputaciones en su contra y de que miles de ciudadanos exigen su legítima ejecución, conscientes estamos de que la verdadera solución a la crisis que vive el país no está en liquidarlo, sino en la capacidad del pueblo para organizarse y retomar las riendas de su propio destino, recurriendo a todos los medios a su alcance.
Como parte del pueblo organizado decidimos realizar una tarea, la responsabilidad es nuestra. Creemos firmemente que reapropiarse del uso constructivo de la violencia es legítimo y hemos actuado en consecuencia.
Esta tarea es parte de un proyecto más grande e importante: participar en la construcción del poder popular para transformar este país transnacionalizado en una verdadera patria digna, libre y nuestra. ¿O es mucho soñar con que las riquezas de México sean para la mayoría de los mexicanos? ¿Es ambicioso soñar con un país productivo que pueda dar trabajo y remuneración digna a sus hijos? ¿Es un sueño guajiro pensar que somos los 90 millones de pobres quienes debemos tener la posibilidad real de tomar las decisiones importantes en el modelo económico, político y cultural que deseamos? ¿Es mucho pedir un México para todos los mexicanos?
Fraternalmente:
RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL
¡CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD, NI PERDON NI OLVIDO!
Invierno de 2010.
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