junio 09, 2010

Derechas de aquí y de allá (entre especuladores y neo pinochetistas)



Hace semanas que la incipiente primavera española no es más que un compendio de días fríos, con lluvia, nieve y nubarrones cargados de cenizas volcánicas. Un síntoma de los tiempos que se viven, podría decirse. La crisis económica se lleva los últimos chispazos de la cordura social europea que alguna vez creyó en un estado benefactor y hoy dicta decretazos que congelan pensiones, bajan sueldos, recortan inversión social, manteniendo intactos los tentáculos del sistema que cíclicamente entran en conflicto. La reducción de la deuda pública de los países de la zona euro es la excusa perfecta para la última etapa en la contracción de los estados en beneficio del capital. Las tesis del neoliberalismo –las de Milton Friedman, los Chicago Boys hasta los neo con- y los juegos económicos del FMI vuelven a implementarse con una fuerza renovada en la Europa blindada. Hace también ya tiempo que la ultraderecha no hace más que subir en votos y acciones por Bélgica, Holanda, Suiza, Francia, para que hablar de Italia o los países escandinavos ayer receptores de refugiados políticos, y hoy, de las tesis de la defensa identitaria más reaccionaria.
Los especuladores del sistema financiero internacional están en batida sobre la economía española después de masacrar a Grecia. Las agencias de calificación de riesgo filtran rumores que facilitan el pánico bursátil y así se inicia otro gran negocio capitalista en que ganarán los de siempre, el resto sólo será parte de la estadística de los efectos colaterales del sistema.
En la barra del bar un hombre muerde con fuerza su bocadillo de tortilla de patatas en el mismo momento que la periodista del telediario, con rostro desencajado, anuncia como el Ibex español se va a tomar por culo junto a las bolsas de Milán, Londres, Fráncfort, París. El hombre le da un trago a la caña de cerveza y se arrima decidió a la máquina traga perras del bar. El vocablo crisis se escucha con más fuerza que un te quiero por los callejones del llamado primer mundo. La confusión también ha cogido por sorpresa a los poetas que se pasean por las ferias del libro y los encuentros literarios para debatir sobre el impacto que tendrán las nuevas plataformas tecnológicas en el desarrollo de la poesía. Ahí se puede ver a poetas sulfurosos blasfemando sobre los derechos de autor y la masificación de la belleza, fuera del aforo, la vida se va como siempre calle abajo.
Desde el otro lado del Atlántico siguen llegando noticias que son sistemáticamente manipuladas por razones políticas o económicas. Es prioritario apuntalar la hegemonía del asfixiante eurocentrismo que aún sigue creyendo que el capitalismo salvaje, implementado a sangre y fuego, es una exageración latina de corte realista mágico.
También son días de fiesta para la derecha neo franquista española que celebra con cava -no catalán por supuesto- el hundimiento del Gobierno de Zapatero y la resolución del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que expulsó al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. La memoria histórica, es según la alta justicia, un peligro para la simbólica unidad española fundamentada en la figura del Rey y la monarquía. Más de cien mil rojos asesinados por la dictadura franquista siguen en las fosas comunes identificadas, hay un consenso tácito de las altas esferas para que la palabra desaparecidos los acompañe por siempre. Ahí siguen y seguirán.
En cada latitud geográfica las transfiguraciones de la realidad evidencian los flecos de un mal montaje corpóreo nacional. A veces es imposible saber en qué parte del rodaje ocurrió el error fatal que trastocaría la cadena de producción social de los hechos subjetivos. Solo sé, que mi memoria también se volvió inestable a la hora de asumir, por ejemplo, que los neo pinochetistas se habían multiplicado en los últimos veinte años en los márgenes del exitismo económico chileno. El neo populismo pinochetista penetró en las poblaciones del gran Santiago ofreciendo seguridad ciudadana, mientras la concertación se dedicaba a robustecer el estado policial que criminalizó a la juventud popular; abandonando a grandes masas a la autodestrucción y a reconvertir la pobreza en el enemigo interno de un país que todos los días se levantaba temprano por la mañana con otro titular que hablaba de un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLC) u otra súper autopista concesionada para comunicar, lo ya incomunicable.
Y yo me pregunto, mientras tomo un café en la plaza larga del barrio gitano morisco del Albaicín ¿donde coño se extravió la maldita caja de resonancia chilena?, y ya que estamos, y el bullicio del mercadillo sube de tono, pregunto, en voz alta, total nadie entenderá nada, si es que alguna vez en la historia chilena llegó a existir este elemento, entendiendo por él, sólo el valor de la conciencia social cohesionada más allá que por el hambre.
Basta ya de amortizar la tristeza, pareciera gritar el gentío mientras cierro las páginas del diario El País que hoy viene con una entrevista al millonario Piñera que administra los destinos de Chile. Camino a casa reflexionando sobre el caso chileno que pesa tanto o más que la llamada patria y los cabrones civiles o militares que ha parido por doquier. Alguien por ahí me pregunta porque no sonó alguna alarma tras el tsunami. Entonces recuerdo que en Chile desde la dictadura de Pinochet las únicas alarmas que siempre han funcionado son las que chillan en la propiedad privada una noche de asalto furtivo o paranoia social provocada por el tema sociopolítico de la seguridad ciudadana. Seguramente las alarmas sociales contra la desigualdad se extinguieron a ambos lados de la bipolaridad social chilena a medida que los escaparates se fueron llenando de objetos de consumo y los corazones sintonizando la melodía del individualismo radical, pienso, mientras camino por los callejones del único barrio de Granada que resistió por un par de días a la sublevación nacional-católica de julio de 1936. Pero también es cierto que en Chile, las únicas alarmas que no se han silenciado, que yo recuerde, son las que cada cierto tiempo emanan desde la Conferencia Episcopal o de alguna organización Pro vida de los talibanes católicos alertando sobre la crisis moral.
La maquinaria reaccionaria más activa y ejemplificadora del continente latinoamericano está de vuelta para coger lo único que les faltaba de Chile. La verdad es que nunca se fueron, siempre estuvieron ahí, creando universidades privadas, fundaciones socio políticas, que junto con las del progresismo nacional muy temprano en la transición consiguieron convencer a gran parte del país, de que el problema chileno ahora que se estaba en democracia, no era la abismante distribución de la riqueza, ni tampoco la constitución de 1980, que maquillada y todo, sigue siendo la carta póstuma del dictador y sus cómplices civiles que se siguen enriqueciendo.
Pero también es preciso decir que en un país de 16.134.219 personas es preocupante que hayan más de 16 millones y medio de móviles. Para qué tantas vías de comunicación si después nadie tiene tiempo para quedar a tomar algo y desahogar el alma.
En la madrugada del 27 de febrero, cuando el terremoto de 8,8 grados sacudió el centro sur de Chile y el tsunami se gestaba mar adentro, en la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI) de Santiago, nadie sabe a ciencia cierta si el epicentro había sido en el mar o tierra adentro, los protocolos de emergencia no se activaron, pierden la comunicación con la segunda ciudad más importante del país, algún funcionario que ha llegado de emergencia apura un cigarrillo mientras recuerda que no hay teléfonos satelitales porque el presupuesto recorto prioridades y sólo cuentan con un par que funcionan a prepago, el problema es que no hay redes de comunicación, las operadoras se han silenciado. Las comunicaciones a todo nivel de la aldea global chilena se desvanecen en el silencio de las líneas telefónicas y las páginas web. Las blackberries se transforman en chip asiático sin utilidad; la eterna radio a pilas y el paquete de velas guardado desde los apagones subversivos contra la dictadura militar vuelven a escena.