agosto 02, 2008

Confesiones de un gato de verano


A eso de las diez de la noche suelo subir al paseo de los tristes y coger esta posición. Un frescor capaz de diluir el sopor de la tarde caliente entra con furia desde Plaza Nueva hasta desembocar en la cuesta del Chapiz, y de ahí, siempre sube al barrio eternamente árabe y gitano del Albayzín y el Sacromonte. Yo siempre intento pasar desapercibido pero a veces no basta con la entrega desinteresada porque siempre hay alguien que se acerca a acariciarme el lomo o un pendejo macarra que me pellizca la cola y luego esconde la mano. Este cabrón que me tomó la foto es otro de ellos, pero por lo menos a este lo conozco Lo veo desde hace años subir y bajar calles, a veces me pregunto hacía donde va, pero rápidamente la modorra me eclipsa la mente y se me vuelven a cerrar mis ojitos negros.

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