marzo 12, 2014

Tontón el perro (o el líder de la manada humana)


                                                    
El nuestro fue un encuentro casual. Motivado por una mano generosa que me cedió su buhardilla del tercero por unos meses y la complicidad de otra amiga, que un buen día nos presentó: dios los cría y M  los junta. Las primeras jornadas me recibió con una actitud cordial pero distante, no marcó territorio porque intuía de antemano que todo el que entraba ahí, ya conocía la estructura social del Centro Cultural Manuel Rojas (CCMR). Vamos, que el perro sabía perfectamente cual era su lugar, yo por entonces lo que desconocía era que Tontón, era el líder de una manada de gente hermosa con la que había transitado la última década embarcado en un proyecto político-cultural insertado en el barrio Yungay del cual era parte activo. Se había ganado ese derecho ya no por sus diecisiete años, sino que por lo que había entregado en sus tiempos mozos y ahora en la vejez; cariño y compañerismo.

A la semana me acoplé a sus rutinas, introduje otras y disfrutamos de la compañía mutua. Por la mañana el primero que salía de casa le abría la puerta para que se diera su breve paseo por la calle; sus desplazamientos estaban limitados por el paso del tiempo. Primero iba al árbol que quedaba en frente, meaba con dificultad y luego cruzaba con despreocupación la calle hacía el parque donde removía con su pata derecha la misma porción de tierra de todos los días y con el hocico oteaba hacia el horizonte mediato; aquellos eran sus dominios simbólicos por los que antes había corrido. Estaba viejo pero tenía una postura corporal que impedía que los perros callejeros se metieran con él. Luego volvía y se recostaba en el umbral de la puerta con sus patas cruzadas para coger los rayos del sol que se hacían más escasos a medida que avanzaba la transición de otoño invierno en aquel Santiago de Chile de 2013. Después era la hora del desayuno y la medicación para atenuar los achaques. Entonces había que abrirle el hocico, introducir tu mano y dejar caer la pastilla en su garganta, rara vez protestó. Cualquier habitante de la casa, sabía que había que coger la colcha de Tontón que estaba instalada estratégicamente en la entrada del salón principal (desde ese lugar se veían los dos salones y el patio interior, y también la bifurcación de la casa en donde se iba hacía la cocina o se subía hacía las habitaciones, aquella es la frontera entre el Centro Cultural y la casa que pertenece al mismo) y extenderla al lado de la palmera por donde a medio día se cuela el sol. Yo tenía tiempo y de ahí a compartir un café con el que siempre sostiene la mirada cuando le hablas, se hizo una costumbre natural por dos meses.

Tontón sabía que a media tarde comenzaban a llegar todos los que dan vida al CCMR. A veces era el teatro cabaret de las maracas del mambo ensayando o el taller de poesía critica, las mujeres del barrio embarcadas en un proyecto de autogestión, lo mismo el lanzamiento de un libro, un ciclo de cine debate, una actividad de danza o música para recaudar fondos, o una movida noche celebrando el cumpleaños de Mauricio Redoles….en fin, que Tontón estaba acostumbrado a entradas y salidas, a escuchar poesía mientras el invierno hacía su entrada con las primeras lluvias que caían tras el cristal, era capaz de identificar el eco que producía un beso apasionado o las palabras de una conversación que estaban marcadas por la convicción de que la unidad social era la única manera de avanzar en la construcción de un nuevo Chile. A esas alturas, con la sabiduría que dan los años, Tontón prefería alejarse hacía su cobijo porque ya tenía demasiado archivo en su memoria perruna. Y ahí siempre estaba la mano que acercaba la estufa hacía su aposento, la misma que por estos días-imagino-se despide acariciando su lomo y recordándole que cuando llegue el momento no estará solo, sino que en su hogar y rodeado de su manada más intima.

Aquella fría mañana que nos despedimos ambos sabíamos que no volveríamos a vernos. Así que repetimos la rutina de la medicación por última vez y después de sorber agua nos dimos un gran abrazo, ya todo había sido dicho, ahora no quedaba más que emprender cada cual su camino; yo volvía por opción a España, el epicentro de la revolución neoliberal europea; aquella era mi batalla para los próximos años. Por su parte Tontón se quedaba en el bello y activo barrio Yungay observando las transformaciones político-sociales revitalizadas por una nueva generación sin miedo contra le hegemonía neoliberal chilena.

Por estos días me llega la noticia de que Tontón está delicado de salud, cansado, consciente que se acerca el momento de partir, tal vez. A la distancia lo imagino tranquilo, echado sobre su manta roja con su manada íntima y el gato tuchi dando por culo por la casona avisando que se le acabó la leche. Tontón lo mira de reojo, acostumbrado a su presencia y sus exabruptos de gato alfa venido a menos, prefiere enfocar su mirada almendrada para intentar transmitirle a su manada un rotundo y silencioso: confieso que he vivido. Y ahí sigue Tontón dando la pelea.

¡Salut por ello!

(fotografía: 10 aniversario del CCMR, 2011. Archivo del centro)

marzo 06, 2014

Apuntes políticos de un febrero furioso


(Ucrania: Otra escala del shock neoliberal europeo)
La efímera revolución ucraniana que derrocó a Víctor Yanukóvich hace más de una semana y que pronto fue copada por el bloque derechista, tan ultranacionalista como católico, hoy negocia con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate económico por sobre los quince mil millones de euros. Estados Unidos ya se ha apresurado a poner mil millones. Si hace tres meses Yanukóvich firmaba su sentencia política al no suscribir un acuerdo comercial que acercara Ucrania a Europa, ahora los representantes del EuroMaydan entre bambalinas suscriben la capitulación social a través de los ajustes estructurales de la economía que tendrán que llevar acabo. Esto se negocia lejos del foco informativo, porque ahora la noticia está en la región de Crimea (60% de origen ruso) que ha sido copada militarmente por el ejército ruso. La única certeza a estas alturas, es contemplar que cuando aún no se apaga el humo de las barricadas en la plaza de la Independencia, al aeropuerto de Kiev llegan los liquidadores sociales para implementar otra política de shock económico neoliberal en Europa.

Los ucranios ni siquiera han podido celebrar el efímero triunfo de su revuelta social que en el fondo quería derrocar a un sistema injusto y corrupto que representaba Víctor Yanukóvich y su clase política empresarial, que también incluye a Yulia Timoshenko, la gran ganadora de estos días. Aún es pronto para aventurar acontecimientos pero hay elementos para hacerse una idea de lo que viene porque el camino de Ucrania hace mucho fue trazado por la lucha política-económica-militar de EE.UU-UE-OTAN frente a la Rusia de Vladimir Putin y su histórica área de influencia, más aún, en este frágil nuevo orden mundial en construcción. Y ahí entre medio, están los millones que un día gritaron libertad y ahora lo único que recibirán serán grandes dosis de liberalismo económico que quedarán tatuados en sus cuerpos.

Si bien asistimos a furiosos y masivos levantamientos sociales en el mundo, no deja de llamar la atención que estos son neutralizados prontamente por el reacomodo capitalista lo mismo en la llamada primavera árabe o en los países del sur de Europa donde la indignación social ha sido domesticada por el sistema. En Egipto la revolución social de la plaza Tahrir que derrocó la dictadura de Hosni Mubarak ,auspiciada económica y militarmente por Washington y las potencias europeas durante décadas, naufragó más temprano que tarde entre la injerencia internacional y la arrogancia de Morsi y los Hermanos Musulmanes que habían llegado al poder por la vía democrática y justo cuando cumplían un año fueron derrocados por un golpe militar de la misma clase política-militar-empresarial que volvió a retrotraer la historia a los tiempos de la represión política más sanguinaria, en donde los muertos se mezclan con los miles de presos políticos tachados de terroristas, muchos han sufrido torturas y otros no aparecen en ninguna lista de detención; están desaparecidos. Hacer periodismo crítico en Egipto por estos días te lleva a la muerte, la cárcel, la violación o en el mejor de los casos a la expulsión del país. La próxima llegada al poder de Abdelfatah  Al Sisi ya ha sido bautizada por la comunidad internacional, en su defensa, exclaman que Egipto y la región necesitan estabilidad, o lo que es lo mismo, mano dura y dólares frescos.

Peor suerte le ha tocado a Siria en donde lo que comenzó como un levantamiento popular y pacífico de protesta en las calles, pronto se transformó- producto de la represión del régimen- en un incipiente levantamiento armado que en el primer año de combate lo componían los vecinos del barrio y los cientos de soldados que desertaban de un ejército que ordenaba bombardear sin contemplación a la población civil. Aquello derivó en una guerra civil de carácter sectario en donde a estas alturas el régimen de Bachar El Assad, el Ejército Libre de Siria, el Frente Al-Nusra, el Ejército Islámico de Irak y el Levante (EIIL), ambos de la orbira de Al Qaeda, y Hezbolá… son sólo una pieza más del ajedrez geopolítico mundial que libran lejos de sus fronteras Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Israel, la Unión Europea, las Monarquías de los petrodólares de Qatar y Arabia Saudí, …,mientras tanto, y después de tres años y casi 200 mil muertos y más de cuatro millones de desplazados y refugiados, se cuela por estos días la fotografía del campo de refugiados palestinos de Yarmuk, cerca de Damasco, en donde miles de personas se agrupan con sus rostros de hambre por un bocado que traen algunos camiones, tras romper el cerco militar al que han estado sometido el último año y medio. Se calcula que más de 300 mil civiles están atrapados en ciudades derruidas, sin alimentos y continuamente bombardeados, a la espera de un corredor humanitario que nunca llegará porque la llamada comunidad internacional no está para esos menesteres.

Europa huele a fascismo
Aquella preocupación occidental- siempre arrogante en el tema de los derechos humanos- duró apenas un par de minutos en los telediarios españoles porque la noticia durante días fue la caída de Whatsapp y el pánico social que provocó en millones de personas, encontrarse durante cuatro horas, solo consigo mismas. Gracias a su mayoría absoluta el PP  por aquellos días sacaba adelante su reforma Express de la Justicia Universal –presionados por China- para que ningún juez español de ahora en adelante se declare competente para investigar violaciones de los derechos humanos que se cometan en territorio extranjero y están condenados a la impunidad. A Pinochet le llegó tarde la medida, pero muchos otros que siguen sus pasos se beneficiarán de aquello.

En seguida llegaron las imágenes de la Guardia Civil española en la playa del Tarajal (Ceuta) reprimiendo con su material antidisturbios; pelotas de goma, botes de humo, salvas de fogueo a un grupo de inmigrantes subsaharianos que querían saltar la desigualdad de la frontera norte-sur. Esta vez habían dejado atrás las vallas de seis metros y sus cuchillas afiladas y lo intentaron por mar, arropados con un artesanal flotador para bordear un espigón miserable, ahí, entre el pánico de las descargas y viendo las luces de España palpitar en las farolas se ahogaron quince. Otra tragedia evitable en el estrecho de la muerte, otra crónica deshumanizadora para la hemeroteca de la Europa blindada esta vez en aguas españolas. Hace unos meses fue en Lampedusa (Italia) donde dejaron que murieran ahogados 350, mañana puede ser en cualquier parte del estrecho a medida que las rutas de la inmigración clandestina se multiplican porque el hambre y las guerras- algunas abiertas otras de baja intensidad- se mezclan con la desazón al contemplar como la tierra, los recursos que genera esta y la riqueza mineral va perteneciendo ya casi por completo a potencias extranjeras, o en su defecto, a corporaciones financieras transnacionales que especulan lo mismo con el trigo, el arroz  o la soja en los mercados a futuro de alimentos. De ello vienen huyendo y en ello se les va la vida.

Hace unas semanas los suizos decidieron por referéndum que no quieren más inmigrantes; ni europeos, ni del resto del mundo, que cerrarán sus fronteras a la libre circulación de personas del tratado Schengen. Eso sí, se han apresurado a decir que seguirán recibiendo con los brazos abiertos los depósitos bancarios de cualquier representante del lumpen burgués del mundo globalizado gracias a su secreto bancario. La libertad de movimiento en la región queda en entredicho, quizás el logro más tangible de la UE también comience a desmoronarse como sucedió con el euro y el estado de bienestar tras tanto shock neoliberal aplicado por la Troika en estos años y los que aún vienen. En las próximas elecciones al parlamento europeo (25 de mayo) la extrema derecha rubricará su discurso xenófobo y nacionalista con contundencia en las urnas. Su mayor triunfo es el de marcar la pauta en el discurso excluyente y la construcción simbólica de un enemigo interno que en tiempos de crisis ya no es necesario. A estas tesis se suman las formaciones políticas de derecha conservadora o liberal que huyen del centro y también los socialdemócratas como en el caso de François Hollande. Es muy probable que Marine Le pen, cabeza del ultraderechista Frente Nacional (FN) francés sea la que descorche la primera botella de Moët & chandon para celebrar la consolidación de una Francia que hace mucho abandonó el camino de la Igualdad, libertad y fraternidad. La ascensión de la ultraderecha europea no sólo quedará reflejada en Francia con el probable 30% de votos al FN, sino que el ascenso de los ultras nacionalistas euro escépticos y de carácter fascista que avanzan lo mismo en Inglaterra, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca, Bulgaria, Hungría, Rumania, Austria, Italia, Grecia, con su discurso del odio que en estos tiempos de crisis económica e identitaria ganan adeptos en márgenes sociales que en otro tiempo de la historia estuvieron escorados hacía la izquierda. No corren buenos tiempos para los inmigrantes en Europa, tampoco para los solicitantes de asilo político que vienen huyendo de guerras y sentencias de muerte, como por ejemplo ser homosexual en Uganda, checheno en Moscú o reportero de crónica roja en Michoacán.     

Otra vez Venezuela
El huracán informativo hace semanas que también remite a Venezuela construyendo la sensación mediática de que está vez sí la oposición está a punto de terminar con el proceso bolivariano, no en las urnas, sino que en las calles a través de un golpe de estado civil sustentado en la agudización de la violencia política. Ya van más de 18 muertos, cientos de heridos y detenidos, los muertos son sobre todo opositores, también hay oficialistas y otros que simplemente recibieron un balazo impune al azar o que murió degollado en su motocicleta por un cable colocado en el camino que lo llevaba de vuelta a casa después del trabajo. Hay un exceso de gatillo fácil que siembra el pánico todos los días producto de la delincuencia enraizada que ni el neoliberalismo en su momento, ni la llamada revolución bolivariana han podido siquiera controlar. Y de ahí, que sea normal que la gente, mayoritariamente capas medias y altas, se eche a la calle para protestar por esa inseguridad, que castiga a todos por igual, que estén cansados del desabastecimiento comercial y la especulación de los precios que encarecen la vida. Sin embargo, no están dispuestos a sumir que en este tema mucho tiene que decir el empresariado antichavista que a estas alturas da para mucho y ocupa técnicas golpistas añejas que nos remiten a los tiempos de hacer parir la economía en busca de un quiebre de la institucionalidad democrática.   
Al cumplirse un año de la muerte de Hugo Chávez, Venezuela no está a punto de explotar sino que arde otra vez producto de la intransigencia opositora que desde hace años se acostumbró a desconocer sus derrotas políticas. Y también, arde porque los errores que una y otra vez viene cometiendo Nicolás Maduro en la conducción de un proceso social que involucra mucho más que a Venezuela también se han vuelto costumbre. Como conductor de autobús que fue, se podría decir que Maduro está llevando una conducción errática; de verborrea violenta en cada cruce de caminos en que se presenta la oposición de siempre acarreada por un ultra derechista con carácter de mártir propagandístico que busca el caos y la solidaridad extranjera. Ayer fue Enrique Capriles,hoy es Leopoldo López. Maduro no está en lo que tiene que estar porque aún ha sido incapaz de desprenderse de la figura de Chávez, que estuvo pero ya se fue, de ahí que con sus tesis de los pajaritos y llamar a todos los opositores fascistas y no controlar el gatillo fácil de sus bases no hace más que alimentar la fogata venezolana que en la última década ha estado salpicada de golpes y contra golpes.

Son muchos los que en Venezuela, pero sobre todo en el extranjero, esperan con ansias de que por fin triunfen las tesis de los que quieren ver una Venezuela en donde la primera bandera que se ponga tras el derrocamiento, sea la de la democracia totalitaria del libre mercado y de ahí caiga como un dominó sobre Ecuador, Cuba, Bolivia y todo el resto del continente. Hace unos días,Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres publicaba una columna de opinión en el diario El País llamando la atención sobre lo solos que están los estudiantes venezolanos en- según él- su lucha por recuperar la democracia y la libertad de expresión. Y es verdad, cuesta encontrar alguna organización estudiantil latinoamericana de renombre que los apoye o convoque marchas a su favor porque la lucha social estudiantil de México a Chile está marcada por la recuperación de la vida ante un neoliberalismo radical que se viene padeciendo desde hace décadas y el poder recuperar una educación pública que entregue herramientas y no diplomas profesionales condicionados por la cuna de nacimiento.

Hablando en plata, lo que viene sucediendo en Venezuela es una ascensión de la lucha de clases en que unos quieren recuperar sus privilegios y otros quieren seguir igualando sus expectativas sociales y ya no están dispuestos a dar un paso atrás. Y en esta batalla también están presentes los agentes del mundo libre y su reserva moral con sus tentáculos financieros, periodísticos, diplomáticos que quieren ver correr más sangre en la Venezuela que mayoritariamente ha elegido su camino con un ejército de veedores internacionales tras las mayorías absolutas de Chávez o el ramplón 51% de Maduro, escaso, pero válidamente democrático.