noviembre 10, 2012

El jefe y sus cachorros ( o la obsolescencia de Vargas Llosa)



           Es muy probable que a esta hora el patrón termine de dictar alguna clase magistral en la universidad o lo mismo en una fundación socio política auspiciada por los poderes fácticos transnacionales. Tal vez sólo vaga bajo el manto de la seguridad del pensamiento único por algún aeropuerto del mundo, siempre a la espera de coger la conexión hacía la entrega de otro premio que robustezca la misión intelectual que le han encomendado; ser la bisagra ideológica neoliberal entre Europa y Latinoamérica. O quizás Varguitas se echa una buena siesta en alguna de sus decenas de casas que tiene repartidas por los continentes, una siesta a pierna suelta desde donde creará su próxima crónica del odio que con toda seguridad versará sobre el pánico que provocan en su pequeña Latinoamérica la ascensión al poder de los movimientos sociales.

            En el mundo de Varguitas conviven el escritor exitoso y el político frustrado que nunca le perdonará al populacho peruano que en 1990, a sólo días de la elección presidencial, lo abandonara a las puertas de palacio y nada menos que por un verdadero populista; Alberto Fujimori. Desde entonces, al hombre se le agrió el carácter y concentró todos sus esfuerzos en aras de la libertad del mercado y asegurar su sustento económico a través de la radicalización de su discurso. Aceptando que nunca sería Presidente, ni de Perú, ni de ningún sitio, se auto proclamó la reserva moral de la democracia latinoamericana y el estandarte que desfilaría por el orbe propagando los beneficios del neoliberalismo para la democracia y la libertad. Y al mismo tiempo, alertar al mundo civilizado de los peligros que significan que los indios, los pobres, los marginados de toda una vida se hayan organizado y ahora sean los protagonistas de su historia, en lugares como Bolivia, Ecuador o Venezuela. Aquello lo obsesiona.

La decadencia simbólica del Diario español El País comenzó a evidenciarse hace décadas pero sobre todo cuando también se autoproclamó el periódico global en español, mientras en sus páginas, sólo era posible encontrar la realidad política y social latinoamericana a través de los ojos miopes del peruano Mario Vargas llosa, los mexicanos Carlos Castañeda y Carlos Fuentes, el chileno Jorge Edwards, el peruano Jaime Baily, el boliviano Edmundo Paz Soldán…Junto con ellos los corresponsales destacados en países como Cuba (Mauricio Vicent y la bloguera cubana Yoaní Sánchez), Venezuela (Maye Primera), Bolivia (Mabel Azcui), todos se sumaron a los requerimientos del gigante grupo Prisa, en donde un buen día decidieron que no transmitirían más información, sino que se sumarían a la hegemonía del pensamiento único con sus campañas de desinformación e instrumentalización de la realidad dependiendo de los intereses de sus accionistas.

Después de años de leer sus columnas de opinión, y que siempre han sido una editorial velada del diario El País que hoy se hunde al mismo ritmo que la economía española, uno ya está advertido que lo que va a examinar es una fábula de la realidad latinoamericana, bien redactada, pero escorada en la ficción particular de un neo quijote peruano-español con aires de virrey de las letras. Son innumerables las bofetadas sociales que año tras año reciben las tesis de varguitas, sin embargo, él y su séquito siguen a lo suyo. Los cachorros de varguitas son muchos y están desperdigados en casi la totalidad de los medios de comunicación de habla hispana mientras en las facultades de periodismo hay hordas de otros pequeños varguitas esperando salir al mercado de la especulación informativa para hacer carrera.

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