marzo 30, 2010
Breve resumen político del Reino de España
Si hay algo que definen a estos tiempos de severa crisis económica es la ausencia sostenida de autocrítica en la sociedad española. Cuesta encontrar alguna voz que escape fuera de los contornos del pensamiento único que no hacen más que crear pánico social que acrecienta la desesperación de los cuatro millones de desempleados que se acercan al INEM para cobrar su subsidio por desempleo o alargar una prestación social que ayude a mitigar la recesión, de la ex estrella de la pasarela económica mundial. Veinte por ciento de desempleo, déficit público del más del once por ciento, recesión sostenida que aún es incapaz de elevar anclas porque el problema no es de forma sino de fondo. Antes de hacerse oficial el comienzo de otra debacle financiera capitalista a nivel mundial, España asistía al estallido de su particular burbuja inmobiliaria que había desbordado los márgenes de lo imaginable. Un sistema productivo basado en el desarrollo urbanístico descontrolado que se tradujo en la especulación del negocio de la vivienda. Un sueño social delirante que había nacido en los noventa y que después de quince años estallaba en pedazos y con ello la fuente laboral de más de un millón y medio de obreros del mercado de la construcción. Las hipotecas gobiernan hoy a millones de cuerpos que se disciplinan en la cotidianeidad de un compromiso que subsiste, entre el sueño siempre efímero de la propiedad privada y el condicionamiento integral de una vida, para llevarlo acabo.
Sí, son tiempos de crisis económicas reales para más de cuatro millones de desempleados y también de parodias sociales para los que sacan beneficios económicos y políticos de la situación. No es aventurado decir que hoy con más orgullo que nunca los derechistas del PP y tantos otros asisten con satisfacción al hundimiento del Gobierno de Zapatero. Después de cada dato económico que jode aún más la psiquis económica se les dibuja una sonrisa y algunos son capaces de llegar al orgasmo después de contar parados. Ahí están, esperando con las mandíbulas tensas el momento del abordaje desde el galeón Español embarcado en una doble realidad que cree en la llegada de un mesías llamado Rajoy; el señor de la eterna derrota política que ahora llena los corazones nostálgicos de no pocos españoles que extrañan no sólo a Aznar sino que al caudillo y su régimen. Es común escuchar por estos días la frasecita cansina de que con Franco se vivía mejor, de que los sueldos valían más y de que había más seguridad en las calles. Algunos piensan en silencio en que la posibilidad de la criogenización llegó demasiado tarde para el generalísimo.
El Tribunal constitucional está a un paso de suspender al juez Garzón por investigar los crímenes franquistas después de una querella judicial interpuesta por los residuos de la Falange Española que está vivita y coleando. En Valencia los políticos del PP se atan las manos para no seguir robando y dan rienda suelta a su reinterpretación de la reciente historia española a través de cuadernillos ideológicos que van destinados a los inmigrantes para su integración. El representante de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, dueño de Air Comet, y que ha estafado a centenares de trabajadores y miles de viajeros tiene la desfachatez de seguir sentándose en la mesa de diálogo social junto a sindicalistas comidos por la burocracia y un segundo Gobierno de Zapatero que está a punto de acoger las tesis de la abaratación del despido y de la ultra flexibilización laboral. El empresariado aplica su solidaridad de clases con los suyos y los demás que se jodan. Los balances de los grandes bancos españoles hablan de utilidades pese a la debacle: ¡jodete tú, yo vivo bien!, mascullan los mismos que a esa hora embargan otra casa de algún desempleado. Ya no hay crédito para la masa social que se acostumbró a vivir sobre sus posibilidades, no hay amortiguadores financieros ni esperanza en la movilidad laboral de otros tiempos. No sólo se acabaron los huevos de las gallinas de oro, sino que ahora la gallina está con diarrea y salpica todos los pliegues sociales.
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1 comentario:
Así es, ni más ni menos.
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